martes, 31 de agosto de 2010

Capítulo 6

Revelación

Había pasado casi un día completo, Gabriela aún pensaba en el desconocido que había encontrado en el parque, no había comentado nada, ni siquiera a Evelin, su compañera de departamento, le había impresionado bastante, cosas como esas eran raras en las colonias del sistema solar exterior. De pronto decidió que era mejor no preocuparse tanto, debía distraer su mente, eso sería lo mejor, se fue a la cocina y tomó un poco de agua, quizás se diera un baño caliente para sentirse mejor, para relajarse, y estaba a punto de hacerlo cuando notó que una sombra pasó por la ventana. Eso le extrañó mucho, ella vivía en el 8vo piso. Se detuvo a medio camino, en ese momento alguien tocó la puerta.

—¡Ya voy! —Respondió la voz de Evelyn.

—¡No abras! —Dijo Gabriela, pero ya era demasiado tarde, solo llegó a tiempo para ver como Evelin abría la puerta y pudo observar, ante ella, de pie, al mismo hombre que estaba en el parque aquella vez, seguía igual de sucio y con las mismas manchas de sangre, la misma herida en la cabeza.

—Por favor… —Dijo.— Disculpe que irrumpa así, pero necesito su ayuda.

Evelin no supo que responder, sólo se quedó mirando al hombre mientras se cubría la boca con las manos, contemplando sus heridas, no le cabía duda que necesitaba ayuda. Gabriela llegó hasta la puerta.

—¿Qué es lo que viniste a buscar? —Dijo con dura voz.— Evelin, aléjate de aquí.

—¡Por favor, escúchame, te juro que no te haré daño! —Respondió el muchacho, haciendo un ademán, no obstante moverse le costó un poco y terminó por desequilibrarse, tuvo que apoyarse en el marco de la puerta para no caer.— Tengo cosas que debo decirte a ti.

Gabriela le miró y se lo pensó. Alguien en ese estado tampoco podría hacerle precisamente mucho daño. Minutos después estaba dentro de la casa, sentado en uno de los muebles del recibidor, tomando un vaso con agua, no hablaba mucho, se veía muy cansado, y en verdad debía estarlo, les comentó que tenía ya dos días huyendo, le perseguían, no precisamente el gobierno, sino alguien más, algo mucho más peligroso aún.

—Mi nombre es Gabriel, aunque suelen decirme Fenyx. —Dijo, hablando pausadamente.— Dudo mucho que me crean, las historias de espías y de agentes encubiertos son difíciles de creer, todos lo consideran como cosa de ficción.

—¿Eres agente secreto? —Preguntó Gabriela, con una nota de seria duda en su voz, y mirándolo como si se preocupara por su salud mental, aparte de su salud física.

—Llámalo como quieras. —Respondió él.— Sólo soy alguien que realiza un trabajo encubierto, pero ya desde hace rato que no tiene mucha gracia guardar el secreto.

—¿Ah no? —Respondió Gabriela, burlonamente, no era su intención meterse con él, pero no lograba evitarlo.— ¿Y por qué no?

—Bueno, es que me han descubierto. —Explicó él, sin prestar atención al tono de voz y a las palabras de su interlocutora, la verdad es que Gabriela notó que el hablaba con una concentración asombrosa, en sus ojos observaba que el ya no estaba en esa habitación, comenzaba a perderse en su mente, sintió algo de miedo, pero la sola imagen del joven le resultaba lastimera, debía llevar mas de dos días sin probar bocado siquiera.— Fue hace 3 días, yo y mi compañera estábamos sobre la pista, finalmente estábamos sobre algo, llevábamos meses investigando, tratando de infiltrarnos más a fondo en esta maraña de misterios.

”Ella se hizo pasar por contratista, no de construcciones ni nada de eso, contratista de armamento, de tráfico, supimos que necesitaban armas, ella se hizo pasar por el contacto y utilizamos uno de mis nombres, de mis identidades para falsificar el proveedor, conseguimos unas pocas armas e hicimos la transacción, así fue como logré infiltrarme, fue así como nos hicimos una idea de que algo se planeaba, no éramos los únicos que les estábamos vendiendo armas.

—¿Armas? —Dijo Gabriela, intentando comprender lo que le decían.— No te entiendo bien, ¿Quién las compraba? ¿Y para qué? No hay señales siquiera de que vaya a estallar una guerra, hace años que no hay combates ni nada así.

—En eso te equivocas. —Dijo Fényx, mirando fijamente a la joven.— En Neptuno hay un fuerte conflicto, pero no ha llegado aún a las armas, claro, pero hay muchos choques de intereses en esa república. Nosotros también tratamos de averiguar qué es lo que va a acontecer, qué se está planeando, ya sabemos que es grande, pero necesitábamos saber cuál era el móvil, y estábamos a punto de descubrirlo cuando nos detectaron.

”No sabemos quién lo hizo, nos cuidábamos muy bien las espaldas, y estoy completamente seguro que tiene que haber sido alguien de dentro, alguien quizás nos haya traicionado, o le hubieron atrapado y le hicieron cantar, ¡yo que sé!, el punto es que dieron con nosotros, me buscaron a mi primero y tuve que huir, ¡no pude contactar con Junius!

—¿Junius? —Interrogó Gabriela al escuchar el nombre.— ¿No es ese el nombre de una de las ciudades de Europa, en Saturno?

—En efecto ese es. —Aclaró Fényx, dio otro sorbo a su vaso de agua y continuó hablando, sin importarle mucho que Gabriela le entendiera poco, a decir verdad necesitaba desahogarse.— Pero es el nombre clave de mi compañera aquí, no nos tratamos con nuestros verdaderos nombres, todos los que usamos sólo son identidades falsas.

”Pero no logré contactarla a tiempo, ni siquiera localizarla, y creo que eso fue lo mejor, me persiguieron sin tregua, y varias veces estuvieron a punto de atraparme y tuve que luchar para defenderme, me persiguieron desde el Complejo 1-A hasta el 7-B sin que pudiera quitármelos de encima, ni siquiera la policía pudo alcanzarnos, no me sorprendería que la gente no estuviera sospechando algunas cosas ya. Eso fue hace 4 días, desde entonces he estado moviéndome constantemente a lo largo de las estaciones de Andrómeda, sólo así no podrían dar conmigo.

—No entiendo… —Dijo Gabriela, analizando la historia, no es que se la estuviera creyendo, pero el joven que tenía enfrente no parecía para nada un lunático en su forma de hablar, y su relato coincidía con las noticias que se habían dado de disparos y sucesos extraños los últimos días.— ¿Por qué no has intentado contactar desde entonces? Llamadas, correos, algo así.

—No puedo. —Respondió Fényx llanamente, cambió de posición en su asiento recostándose del respaldo del sillón.— Todas las comunicaciones están intervenidas a todos los niveles de la Federación, y no dispongo de equipos electromagnéticos de tercer nivel para contactar directamente con Prometeo. —Se quedó un momento en silencio, mirando el techo blanco, luego miró a Gabriela y dijo:— Debo irme de este lugar, no puedo quedarme más tiempo o llegarán hasta aquí.

—Oye, deberías cambiarte de atuendo, revisarte esas heridas o algo… —Le sugirió Gabriela, poniéndose de pie y recogiendo el vaso de agua.— Si vas a huir de la justicia, conviene ir con un aspecto menos sospechoso, ¿No crees?

Fényx sonrió, un gesto extraño le pareció a ella, parecía que el joven no estaba muy habituado a hacerlo, sus labios se tensaron nerviosamente con dificultad bajo la presión de sus mejillas, se puso de pie y caminó hacia la puerta.

—Agradezco la oferta. —Dijo cortésmente, al tiempo que se daba la vuelta para mirarle de frente.— Pero ya creo que has tomado más riesgos de los que eres capaz de imaginar. Necesitaba decir esto, soltar esto, no espero que me creas, y posiblemente no vuelvas a saber de mi nunca más en tu vida, pero ya debo irme, si permanezco un minuto más por aquí, habré firmado tu sentencia de muerte.

La frase fue acompañada con otra nueva y extraña media sonrisa, tensa y casi falsa, se dio media vuelta de nuevo y estaba a punto de presionar el seguro electrónico de pulso que habría la puerta cuando notó algo extraño. Sus músculos se tensaron, se volvió de nuevo hacia la salita, al otro extremo de la habitación había una ventana que daba al patio interno del edificio.

Fényx miró fijamente a la ventana, Gabriela se dio media vuelta y miró tras de sí, preguntándose por qué ese cambio de actitud tan extraño.

—¿El vidrio de esa ventana estaba roto cuando llegué? —Preguntó Fényx con voz tensa.

—¿Roto? —Dijo Gabriela extrañada al tiempo que miraba hacia atrás, y en efecto, en un lado de la ventana, había un pequeño agujero rodeado de pequeñas y minúsculas grietas que crecían desde él.— ¡No puede ser! Eso no estaba así, ¿Desde cuándo ha…?

—Desde hace un par de minutos. —Dijo Fényx, de entre sus sucias ropas sacó una navaja.— Me han seguido. Saben que estoy aquí.

—¿Qué? —Replicó Gabriela, confundida.

—Es tarde para huir, ya están aquí… —Fue todo lo que dijo Fényx.

Bueno, este me salió un poco más largo que de costumbre, disculpen por los problemas en el formato, no he podido arreglarlos ni con el HTML

1 comentario:

medicineasart dijo...

Lo cual quiere decir que se volverá a saber de Gabriela; ya está inevitablemente dentro de todo aquel embrollo.