jueves, 26 de agosto de 2010

Capítulo 5

El Escape. Sorpresa.

La primera cosa que sorprendió a Robert cuando volvió fue que la habitación estaba vacía, completamente vacía, lo segundo fue todo estaba perfectamente cerrado desde fuera y recordó que incluso a él le había costado salir. Dio la alarma inmediatamente e inició el rastreo, Greisy se había ido a su casa hacía un par de horas, cansada de intentar sacarle algo ella misma a la prisionera que acababa de escapar, así que ahora todo en el departamento corría por su cuenta, salió al pasillo de nuevo y siguiéndolo ascendió al piso superior, allí se hallaban las salas de control del puerto en que se hallaban(puerto 7 de las colonias de Ganimedes).

—¡Inspeccionen todo el edificio, no debe andar muy lejos, que sellen todas las salidas del puerto espacial y especialmente el embarcadero! —Ordenó imperante al aparecer en la puerta, todos los presentes voltearon instantáneamente a verle, al parecer no todos se habían percatado de lo que ocurría.— ¿Qué están esperando? ¡Muévanse! Tenemos una fuga, alguien intenta escaparse de nosotros ¡No lo permitiremos!

Fue como una ola, de pronto todos estaban moviéndose, se escuchaban furiosos dedos tecleando, conversaciones en distintos niveles de voz y todas muy agitadas, las pantallas de luz se desplegaban en el aire mostrando mapas del complejo, videos en tiempo real de regiones y calles del puerto espacial.

—¡Quiero las grabaciones de las adyacencias del edificio de las últimas dos horas! —Demandó Robert, caminando entre los escritorios y viendo pasar la gente de un lado a otro, repartiendo tareas al primero que veía.— ¡Tú, ven aquí! Tú estarás a cargo de esas grabaciones, ¿Entendido? la vas a rastrear, la buscarás en ellas, quiero saber por dónde ha estado, por dónde ha salido. ¡No es posible que se nos haya escapado de las manos teniéndola aquí frente a las narices!

Pero así era, y en efecto, Marilyn se sentía muy satisfecha de sí misma, vaya que los había fastidiado, se burló de ellos y de su seguridad justo “frente a sus narices”, en ese momento circulaba ya en una nave saliendo del 7mo puerto espacial. Él tráfico entre las colonias de la federación era muy fluido, y aunque en ese momento Saturno y Júpiter estaban muy lejos el uno del otro(por lo que los viajes hacia Titán estaban algo limitados), podía no obstante tomar un transporte rápido hacia Andrómeda, algo caros, pero efectivos. A fin de cuentas eso no lo pagaba con su dinero, era parte del dinero de la misión que debía efectuar.

—Definitivamente los de la federación son patéticos… —Murmuró para sí, mientras tomaba asiento en el transbordador que le trasladaría, en cuestión de 38 horas, a la estación espacial Andrómeda, la colonia espacial artificial más importante del sistema solar exterior. El transbordador estaba despegando ya, había pedido una suit privada que alguien había reservado para ella unas horas antes, no habían tenido problemas con eso, rara vez ese transbordador zarpaba lleno. Mientras despegaba observó por la ventana, abajo en el hangar unos hombres intentaban detener la salida de la nave, pero ya era tarde, una vez iniciado el sistema no se detenía hasta llegar al destino previsto. Marilyn sonrió para sí.— Nunca pensé que yo fuera capaz de decir esto, pero… ¡Adoro mi trabajo!

Se recostó en su asiento, notó inmediatamente que había una extraña protuberancia en él, al darse vuelta observó que habían colocado algo dentro del asiento, sacó una pequeña navaja que siempre tenía prudentemente escondida y, rompiendo la tela sintética del asiento, extrajo una pequeña caja plástica.

—Así que este es el contenido de la nueva misión… —Se dijo, luego abrió la caja y extrajo un teléfono, marcó un numero que se sabía de memoria y esperó el tono, acto seguido dijo una única frase:— Misión dos completada con éxito. Esperaré ordenes en Andrómeda.

Los estudios de arte no siempre resultan tan divertidos, aún cuando sea lo que más te guste, y no es cosa de las materias, sino de los miserables profesores, del sistema en sí. Claro, Lorenzo hace rato que había entendido eso, había dejado de asistir a clases desde hace mucho, no hacían mas que frenarle su aprendizaje, su desarrollo, así que sólo iba los días de exámenes(y eso sólo porque era un requisito obligatorio para poder graduarse). Paralelamente a eso, había ido desarrollando habilidades especiales en lo que respectaba a las peleas, parecía que era un imán para atraerlas, y rara vez perdía una, así que un día había entrado a la selección de artes marciales con el deseo de aprenderlas, y trajo a los entrenadores de cabeza cuando les dijo que él no iba a competir en la semifinal, que sólo quería aprenderlas(cosa que los entrenadores no entendían para nada, sobre todo viniendo del segundo mejor alumno que tenían en toda la selección).

Lorenzo tomó un taxi, acababa de salir de la tienda, había caminado un par de cuadras alejándose de ella y tomó el taxi para ir al otro extremo del pueblo, de pronto para él las calles se veían tan poco importantes, esas calles que le habían entretenido los últimos años, recordó la esquina en donde se había despertado una mañana sin saber cómo llegó o de dónde venía, y con el vago recuerdo de haber bebido mucho la noche anterior, se preguntaba cómo podía haber sido él aquella persona tan ingenuamente preocupado por tonterías como las calificaciones o el costo del pasaje. Finalmente el auto le dejó en una zona al descampo.

Había estado planeando eso por mucho tiempo, lo que había comprado en aquella tienda eran armas: un par de armas de fuego, balas, una navaja, un buen cuchillo, los tenía guardado en su mochila. Era hora de empezar a aprender a usarlos, quizás los necesitaría más pronto de lo esperado. Caminó aproximadamente un kilómetro, desviándose progresivamente del camino; a lo lejos, a unos 500 metros, notó que había alguien que caminaba por la carretera, él aún no llegaba al montículo más cercano, coronado por un pequeño bosque de altos árboles, así que no podía ocultarse.

Se iban acerando, Lorenzo procuró alejarse más del camino, pronto reconoció a la figura de una chica, era pequeña de estatura, le resultaba un poco familiar, pero ya estaba bastante lejos del camino como para distinguirla. Sin embargo ella sí que le saludó con la mano, el respondió por cortesía, preguntándose quién sería. Afortunadamente la chica no se detuvo ni le llamó, él pronto alcanzó el montículo y se perdió entre los árboles, bajando del otro lado, a más de kilometro y medio de la carretera, tenía una pequeña cabaña que había construido hacía un par de años por uno de esos extraños impulsos que tenía de desaparecer sin que nadie supiera en dónde estaba metido.

La chica por su lado siguió caminando, era Paola, un extraño pensamiento le cruzó por la mente.

—Vaya, quién lo diría… así que para eso la usa. —Se dijo en voz alta, mientras caminaba de regreso a su casa. Un auto pasó a su lado, fugazmente Paola pudo ver a través del parabrisas un rostro ligeramente conocido, cabello largo, tez morena.— Y el pobre cree que lo hace sólo y por su cuenta.

El hombre que pasó en el auto observó a la chica que caminaba, el rostro le resultó vagamente familiar, se preguntó en donde diablos se había metido el chico de la mochila, lo vio tomar hacia el descampo por la derecha, pero no supo en dónde se metió.

—¡Diablos! Lo volví a extraviar. —Exclamó Junior, golpeando el volante, pisó el acelerador y se marchó.— Es hora de formar la tripulación, te lo has perdido, tendré que irme sin ti.

1 comentario:

Nemo dijo...

Bueno, sabia que Marylin se iba a escapar mas temprano que tarde XD