sábado, 25 de diciembre de 2010

Capítulo 12

Andrómeda

Partieron hacia la estación espacial a las 9 AM del siguiente día, Yepsy estaba débil, pero su compostura era sombrosa, pensó Júnior, soportó perfectamente el viaje hacia la lanzadera, aunque durante el trayecto se negó a abrir la boca y no dijo ni una sola palabra hasta que no hubieron llegado a Ceres. Fueron 9 insoportables horas, Júnior casi estuvo agradecido de reunirse en la lanzadera con Toro.

La lanzadera no era más que un enorme espacio al aire libre, una basta llanura en la que una larga pista de rieles magnéticos se iba elevando lentamente por varios kilómetros hasta hacer un elegante arco que dejaba a la nave que se deslizara por ella en una justa posición vertical a varios miles de metros de altura. Era sencillamente asombrosa, aún cuando la contemplaban desde lejos se veía enorme, a Júnior le parecía que debía tener más de 1500mts de altura. Y en efecto así era, la lanzadera del Caribe alcanzaba los 1700mts de altura y se extendía a lo largo de 6km, formando el complejo de lanzamiento espacial más grande de sur del continente americano. Otros varios edificios formaban el complejo, llamado Manto; entre ellos se encontraban varias pistas de despegue y aterrizaje de aeronaves terrestres y de órbitas menores; la Academia Aeroespacial de las Américas, que tenía cede allí, junto a varias bases militares de los diversos componentes; algunos edificios institucionales y gubernamentales; y los complejos civiles y comerciales que se hallaban ubicados a un lado de la primera etapa de la lanzadera y en la entrada norte del complejo, justo antes de las pistas para vuelos terrestres. En total, el Complejo de Manto alcanzaba los 60Km cuadrados, disponiendo de varios terrenos casi baldíos que rodeaban el sur del lugar y que constituían propiedad de los diversos entes militares y gubernamentales de la región.

Se consiguieron a la entrada de la Zona Comercial del Complejo, que constaba de varios edificios de considerables dimensiones y de unas pocas calles en su interior, se accesaba a él por dos formas: mediante la estación de trenes, que llegaba al interior de la Zona Comercial, en la 7ma y última calle, o mediante la entrada para automóviles, ubicada en el extremo contrario, el estacionamiento y el departamento de extranjería estaban el uno junto al otro. Se detuvieron en un lugar llamado El Café de Minks, tomaron una mesa y esperaron, naturalmente Yepsy no quiso tomar nada, así que Júnior se conformó con un Capuchino, el lugar era una amplia sala en el interior del edificio, los ventanales y la puerta eran de un cristal transparente que permitía ver hacia afuera al mismo tiempo que sobre ellos se proyectaba, con una luz que recorría los cristales desde debajo, comerciales y anuncios sobre los productos y otros lugares de la Zona Comercial. Yepsy se entretuvo con un pequeño computador que había traído similar al que Júnior había visto a Frost usar días atrás cuando se reuniera con ella. Prefirió no interrogar a Yepsy por lo que estaba haciendo, así que desvió su mirada hacia la puerta y se dedicó a mirar como entraba y salía la gente, segundos después, el robusto cuerpo de Toro se deslizó hasta dentro del lugar y se dirigió a ellos.

—¡Ya era hora de que llegaras! —Le dijo Júnior en cuanto este hubo tomado asiento frente a ellos, Yepsy ni se inmutó ante la presencia del recién llegado. A su alrededor, la gente iba y venía en un constante bullicio que inundaba todo el lugar.

—Disculpa. —Dijo Toro, sacando un pañuelo y limpiándose un poco el rostro, su frente estaba sudorosa por el calor y sus cabellos largos algo enredados, quizás el viento fuera del edificio se los habría enredado.— Escogieron el lugar más alejado del estacionamiento, así que tuve que caminar, y el sol es muy fuerte por estos lugares, ¡El calor es terrible!

—Nosotros estuvimos a punto de venir en auto, pero preferí dejarlo en casa de un amigo y usar el tren. —Comentó Júnior, dándole un sorbo al café, el aire acondicionado bajaba considerablemente la temperatura.

—¡Hola Yepsy! —Saludó Toro, notando la presencia de la joven, pero esta no dio señales de haber oído nada y continuó sumergida en el computador, Toro miró algo extrañado a Júnior, pero este sólo se encogió de hombros como sin darle mucha importancia a la cosa y le dio el sorbo final a su café.

—Partimos en unos 20 minutos, —Dijo Júnior, en esos momentos estaban transmitiendo unas noticias en el cristal de la tienda, Júnior las miró de soslayo y luego se quedó observando fijamente la tasa de café, como si esperara que de un momento a otro esta se fuera a llenar de nuevo mágicamente, luego sentenció con aire suspicaz:— Esto de la cafeína es adictivo.

Toro le miró alzando la ceja por unos pocos segundos, quizás preguntándose si todos los miembros de la tripulación serían como él, pero prefirió no imaginarse mas cosas y dijo:

—¿Has visto las noticias últimamente?

—Claro que sí. —Respondió Júnior, irguiéndose en su silla.— Por ese motivo estamos partiendo tan rápido. La idea original era irnos en un par de días, pero me pidieron que todo el alto mando de la nave debe estar reunido en Ceres dentro de unas horas, la situación es grave, perdimos a la mitad de un equipo de investigación en Andrómeda, y todo indica que al parecer ellos estaban cerca de algo grande.

—¿Y qué ocurrió? —Preguntó Toro en voz baja, inclinándose sobre la mesa.

—Los mataron a casi todos. —Respondió Júnior casi en un susurro.— Al parecer dieron de frente con los miembros de Orion Chains, pero no lograron detenerlos y la estación Andrómeda Estalló en pedazos. La situación es incierta en el Sistema Solar Exterior, detrás del cinturón de asteroides nada es seguro. Prometeo pidió una reunión inmediata, según el informe que recibí, sugirió la articulación inmediata de la tripulación de El Arca del Diablo, preferiblemente con miembros con ADN de segunda y tercera categoría, la crisis se ha salido del control de la Federación y necesitamos intervenir.

—Necesitarías a una estratega de combate capas de diseñar un plan de ataque en cuestión de minutos. —Dijo toro, mirando la tasa vacía de café de Júnior, su mente viajaba a toda velocidad sopesando todas las posibilidades.— Prometeo no puede guiarnos en todos los pasos. Y necesitaremos múltiples puntos donde podamos escondernos o reabastecernos. ¿Por qué ADN de segunda y tercera categoría?

—Las mutaciones de primer orden son muy inestables. —Respondió Júnior.— Las de segundo y tercer orden, ADN Azul o Naranja por ejemplo, son mucho más estables biológica y psicológicamente. El cambio de gravedades y el ingreso a sistemas diferentes puede traer problemas, las situaciones de presión son impredecibles, Prometeo ofrece predicciones con márgenes de error mayores al 15%. Por eso necesitamos a la estratega. —Agregó señalando a Yepsy con la barbilla. Júnior echó una rápida mirada al reloj de Toro que estaba en su muñeca.— Debemos irnos, no quiero que se nos haga tarde. Yepsy, nos vamos.

* * *

Llegaron a Ceres en 14 horas. Ingresaron en el gigantesco hangar y descendieron tal cual como Frost había hecho, no obstante, el bullicio y el desorden era mucho mayor esta vez, se notaba una enorme tensión en el aire, varios escuadrones armados recorrían el lugar, y muchas naves estaba siendo preparadas: muchas grúas iban y venían cargando cientos de cajas con municiones, pertrechos, provisiones y armamento. Júnior atisbó por todos lados en busca de una nave nueva, distinta, en busca del Arca del Diablo, pero no vio nada fuera de lo común, ni siquiera una nave nueva o algo parecido. Llegaron con un poco de retraso a la escalinata que conducía al puente de mando, desde abajo, se veía a través de los cristales todo el caos que imperaba, al parecer nunca antes habían tenido tanto trabajo. Júnior era quien los guiaba, esta vez no aparecieron los militares, no hacía falta, y quizás estuvieran muy ocupados tratando de controlar todo aquel desorden. Ingresaron al puente de mando, una amplia sala llena con 12 filas de puros computadores, había cerca de 30 operadores de control, todos concentrados en su labor.

Dentro de la Base de Ceres, el Puente de Mando era el segundo corazón de todo el complejo, el segundo lugar mas importante, desde allí se controlaban a distancia los satélites que orbitaban en el cinturón de asteroides monitoreando la región, así como se controlaban las defensas de la base, los radares, la entrada y salida de naves del hangar, todas las actividades inmediatas relacionadas con el puerto espacial y el tráfico eran reguladas desde el Puente de Mando; también está establecido que, en caso de combate, las maniobras de ataque y defensa se dirigen desde allí.

Junior, Toro y Yepsy atravesaron la enorme sala, tropezando a cada momento con asistentes que corrían de un lado a otro, Junior lucía un poco extrañado por tanto ajetreo y tanta actividad, Toro estaba completamente asombrado, no podía creer que tanta gente estuviera involucrado en eso, Yepsy en cambio, se veía de lo más tranquila, completamente indiferente a todo lo que acontecía a su alrededor. Salieron de la sala del Puente de mando ingresando a un pasillo contiguo mediante una de las puertas que estaban a los lados, esta se cerró automáticamente y el silencio fue total, caminaron lentamente a través del pasillo, era largo y había muchas puertas espaciadas a distancias regulares, los ecos de los pasos resonaban secamente en el pasillo.

—Prepárense todos. —Dijo Júnior de pronto, rompiendo el silencio, de soslayo vio como Yepsy respingaba del susto al oírle hablar repentinamente, con dificultad reprimió una sonrisa.— En esta reunión decidiremos el curso de nuestras acciones inmediatas. Se supone que debería haber reunido a toda una tripulación, pero aún nos faltan dos pasajeros más de combate e infiltración que recogeremos en la tierra. ¿Yepsy?

—Descuida. —Respondió ella.— Tengo otros dos candidatos más que podrían interesarte. Además, en el viaje estuve diseñando varios planes y algunas estrategias de combate mientras estudiaba toda la geografía de los sistemas de la federación y su distribución espacial, tengo un par de planes de batalla que espero se adelanten a los planes de Prometeo.

—¿De quién? —Preguntó Toro de pronto.— Disculpen, es que llevo rato escuchando hablar de ese tal Prometeo y aún no sé quién es.

Júnior y Yepsy cruzaron miradas momentáneamente y luego se detuvieron, Júnior apoyó la mano en una de las puertas, pero esta no se abrió. Sin embargo, fue Yepsy quién habló.

—Prometeo no es una persona. —Respondió Yepsy, mirando a Toro.— Es una especie de súper computadora. No, es más que eso, es toda una red súper computadoras interconectadas entre si y que comparten sus núcleos actuando como si fueran una sola. Lo llamamos el Dogma Central, el procesador maestro que controla todos los núcleos. Esa red de núcleos adosado al Dogma Central es lo que ha sido llamado como Prometeo. Es más rápida de lo que puedas imaginar, es capaz de predecir el futuro con un margen de incertidumbre directamente proporcional a la excursión de tiempo que se realice y a la cantidad de variables que intervengan.

—¿Puede predecir el futuro? —Preguntó Toro asombrado, mirando de Júnior a Yepsy como si estos le estuvieran tomando el pelo.

—Podría decirse que sí, por eso lo llamamos Prometeo: es el fuego que ilumina nuestro camino. —Continuó Yepsy.— Sus predicciones no siempre aciertan, pero puede decirse que la mayoría de las veces da en el blanco. Júnior, entremos de una vez. —Dijo dirigiéndose a Júnior, quien presionó un poco más sobre la puerta haciendo que esta se abriera automáticamente.

Todos entraron a otra sala, de un inmaculado color blanco, en la que solo había una inmensa mesa redonda con muchas sillas a su alrededor; solo habían cinco personas más: Frost, Winer, un chico de mediana estatura y de cabellos largos que vestía una camisa negra, una chica de lentes y largo cabello negro, y finalmente un militar, que era uno de los que había acompañado a Frost cuando ella hubo arribado a Ceres. Los recién llegados tomaron asiento en la mesa, que era también de un blanco brillante que le devolvía un reflejo distorsionado por el metal. Había una ventana, bastante grande, en el otro extremo de la habitación, una vista del oscuro y negro espacio plagado de estrellas inmóviles se colaba por ella hacia el interior de la habitación. Salvo por la mesa y sillas, no había ningún otro inmueble.

—Señor, —Dijo Júnior, tomando la palabra una vez estuvieron todos sentados.— He traído aquí a los designados por Prometeo para los puestos de Capitán y Estratega de equipo. —Señaló a Toro y a Yepsy.

—Perfecto. —Respondió el militar sin mayor ceremonia.— Bueno, creo que debemos saltarnos el protocolo en vista de la situación, todos ustedes se conocen, en su mayoría. Tengo entendido que ustedes conocen a Frost y a Winer, pero no a estos dos, —Dijo, señalando a las otras dos personas, el muchacho y la chica de lentes,— este es Yoi, piloto de combate y ella es Nathalia, operadora y técnico de sistemas de control. En cuanto a mi, mi nombre es Juan, Juan René, y estaré a cargo de las misiones de El Arco del Diablo desde aquí en Ceres, o desde alguna de nuestras bases en la Federación, soy su responsable. Antes que nada, me parece que debo informarles de la situación “oficial”. La Federación, que extiende sus dominios en los sistemas de Júpiter y Saturno, se ha declarado en crisis, en particular se ha declarado en guerra contra una organización paramilitar llamada Orion Chains, ellos no lo saben, pero esta organización, según nuestros informes, tiene sus bases en el sub-sistema de Saturno y en los alrededores de la República de Neptuno, una nación independiente de la Federación, casi tan poderosa como ella y muy peligrosa.

—Espera, espera. —Dijo Junior, interrumpiendo de pronto.— ¿Las bases de Orion Chains están en Neptuno?

—Así es. —Respondió Juan René.

—¿Y como es que no nos hemos dado cuenta antes? Es decir, la república de Neptuno debió de haberlo notado. —Dijo Yoi, interviniendo también.

—La situación es complicada, —Respondió Juan René con pausa y hablando lentamente,— ¡Computadora, dame un mapa del sub-sistema de Neptuno! —Ordenó, e inmediatamente, en la mesa apareció un enorme holograma que proyecto la orbita de Neptuno y luego un acercamiento hasta el planeta.— Por aquí, en alguno de los alrededores, quizás entre alguno de los satélites o entre los diminutos anillos, se ocultan sus principales bases, la Federación tarde o temprano se enterará, pero es posible que la república los niegue.

—No entiendo, —Dijo Toro.— ¿Por qué habrían de negarlo?

—Porque Neptuno apoya a Orion Chains. —Dijo Yepsy. Todos hicieron silencio y se le quedaron mirando, ella a su vez les devolvió la mirada alzando la ceja izquierda con suspicacia, aunque sonrojándose un poco.— ¿Qué? Es sólo una hipótesis, y la más probable quizás.

—Bueno… —Dijo Juan René, mirándola a ella ya Frost alternativamente.— Señorita estratega, digamos que su hipótesis coincide con algunos de nuestros indicios. Al llegar aquí, la señorita Frost, Jefe de Operadores, decidió tomar parte en las investigaciones y programó una pequeña operación en Neptuno que, dada la ubicación de nuestros agentes, obtuvo muy buenos resultados en unas pocas horas. Al parecer, existen algunos nexos entre varios miembros del gobierno en Neptuno y varios presuntos agentes de Orion Chains. Nada es definitivo aún, pero ya nos hemos puesto sobre una pista, en todo caso, vamos a lo que nos importa, los he reunido aquí para darles su primera misión: infiltrarse en el territorio del sub-sistema de Neptuno, hacer la labor de inteligencia necesaria, detectar la ubicación de las bases, y destruirlas. Tienen dos meses para llevar a cabo esa misión antes que la situación en la Federación empeore.

—¿Por qué es tan importante detenerlos antes que eso pase? —Preguntó Winer.— Es decir, que podría pasar si fallamos.

—Prometeo no da respuestas para esas interrogantes. —Respondió Nathalia,— Las sugerencias de Prometeo son evitar a toda costa la intervención de Neptuno en la guerra por cualquier motivo, de lo contrario, las variables de control escapan a la capacidad de predicción de Prometeo, la incertidumbre se hace superior al 40% para ese caso.

* * *

Estaban sentados en la mesa, Gabriela se veía muy ofuscada, Deibys no podía culparla, todos sus planes se habían venido abajo, la verdad no encontraba palabras para calmarla, aunque vista la situación parecía estar mas preocupado el por ella que ella por lo que estaba ocurriendo. Eran cerca de las 8 de la noche y el había preparado un par de limonadas y se las habían tomado con un poco de hielo para calmar el calor que les había invadido durante el viaje. En esos momentos estaban como hipnotizados viendo la televisión, las noticias eran impactantes. El canal mostraba las imágenes terribles de una gran explosión en la pantalla, dividida a dos, en la otra mitad se observaban lo que parecían ser violentas trifulcas callejeras entre multitudes, mucho humo, fuego, caos total.

El sub-sistema de Saturno, cuya cede principal es Titán, se ha declarado en estado de excepción. —Decía el comentarista en la TV.— Luego del violento y atroz atentado que acabó con la Estación Espacial Andrómeda, una poderosa explosión que redujo a escombros todo el lugar, el caos se ha trasladado a Titán, en donde se han producido varios saques, protestas y peleas callejeras, en vista de la situación, si bien ningún grupo se ha adjudicado aún la destrucción de la Estación espacial, la Federación le atribuye a Orion Chains toda la responsabilidad por los atentados; En el Ministerio, en Ganímedes…

Deibys apagó el televisor, no soportaba seguir oyendo nada de eso.

—Esto no es juego Deibys. —Dijo Gabriela de pronto.— En serio… él tenía razón… esto seguro acabará en una guerra o algo así… ya todo se echó a perder.

—¿Él? —Preguntó Deibys, la sala del comedor era pequeña, pero cabían perfectamente cuatro personas en total comodidad, era fácil iluminarla y se hallaba bien en este aspecto.

—Alguien que conocí estando allí. —Respondió ella, hablaba sin la más mínima inflexión en la voz, y pronunciaba con lentitud las palabras.— Él estaba metido en todo eso… en todo eso de la guerra, él sabía que estas cosas iban a pasar, intentó advertirme… él fue quien me dijo que saliera, que huyera, que me fuera y no volviera… y le hice caso…

—¿Conociste a uno de esos terroristas? —Pregunto Deibys asombrado, mirando a Gabriela casi con incredulidad. Ella no respondió, él tampoco acababa de creérselo, y la verdad no quiso preguntar en ese momento. Bajó su mirada y la centró en sus manos, las observo largamente, nunca supo por cuanto tiempo, solo estuvo allí, mirándose los dedos, las palmas, contemplando cada figura, hasta que el teléfono sonó.

—Computadora, pon la llamada a la pantalla del salón. —Ordenó Deibys, miró hacia el frente y en la pantalla apareció el rostro de familiar de Paola, iba acompañada de alguien más, un chico, vestía extraño, pero no pudo definir nada con detalle, la imagen no era muy buena.

—¿Deibys? —Dijo Paola. Deibys notó como Gabriela miró a la pantalla y se le quedó viendo fijamente.

—Sí, soy yo, ¿qué ocurre? —Dijo Deibys, caminando hasta la pantalla y poniéndose enfrente de ella.

—Necesito un favor tuyo, es urgente. —Respondió Paola.

—¿Qué es?

—¿Crees que puedas dejar a este chico quedarse en tu casa un par de días? —Dijo Paola señalando al chico que tenía detrás.— Se llama Fényx, proviene de Andrómeda, ya sabes lo que ocurrió allí, yo estoy horita en Fobos, en Marte, he venido hasta acá a buscarlo, eso es todo un desastre, ¡por favor ayúdame! Sólo serán unos días, quizás dos o tres.

—Pero…

—¡Por favor!

—Es que…

—¡Gracias! ¡Gracias! —Dijo Paola emocionada.— ¡Sabía que no dirías que no!

—¡Pero yo no he dicho que…!

—¡En serio, te lo agradezco mucho! —Continuó Paola, interrumpiendo a Deibys.— Llegaremos en unas 27 horas, hay que hacer una escala. ¡Adios!

Y la llamada se cortó. Deibys se quedó mirando fijamente al monitor que mostraba el mensaje “Fin de la transmisión” en letras blancas sobre un fondo negro.

—¡Que bien, convertiré esta casa en hogar para refugiados de guerra! —Dijo en voz baja, luego se arrepintió por haberlo dicho, había olvidado que Gabriela estaba allí, se dio vuelta dispuesto a disculparse, pero ella ya no estaba allí.— ¿A dónde diablos…?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo no ruleé en este capítulo ¬¬ te odio...