domingo, 19 de diciembre de 2010

Capitulo 11

Revelación III

—Esta es la situación, —Explicaba Gabriel, estaban sentados en un apartamento abandonado, a lo lejos se oían las sirenas y los anuncios en el arto parlante que resonaban por toda la estación pidiendo la evacuación, se encontraban en el nivel 5 en esos momentos, una de las regiones en donde los disparos y enfrentamientos habían sido más violentos, y por tal motivo estaba desierta por completo. Era, en voz del gobierno de la Federación, territorio controlado por los subversivos.— La estación será destruida en aproximadamente 3 horas o 4, no lo sé.

—¿Destruida? —Preguntó Marilyn asombrada, el apartamento en donde se habían ocultado contaba con unos pocos muebles, ninguna decoración en las paredes, y unas ventanas que habían cerrado al entrar, por precaución.— Pero, ¿A quién diablos se le ocurriría hacer eso? ¿Quieren iniciar una maldita guerra o qué?

—Me temo que eso es lo que quieren. —Respondió Gabriel, entre sus manos sostenía el fusil de asalto, un arma de alta precisión, la había robado a uno de los miembros de Orions Chains, y mientras hablaba, la observaba con mucho detalle, estudiándola.— Nada más mira este fusil, detrás de esto hay alguien con mucho dinero, ¡Esto es de fabricación neptuniana!

—¿Quiénes son los que están metidos en todo esto por fin? —Preguntó Marilyn, recordando el informe que le había dado Tertius, el otro agente encubierto que se hallaba operando en la estación.— No he podido ver las noticias ni nada parecido, y los responsables aquí no quisieron darme nada de información, solo me ordenaron sacarte de aquí, o matarte si era necesario.

—Es un grupo terrorista, se hacen llamar Orion Chains. —Respondió Gabriel poniéndose de pié y caminando hacia las ventanas, estaban cerradas y unas persianas metálicas, de un poco agradable color ocre, las cubrían impidiendo que se viera el interior de la habitación; Gabriel abrió una rendija en ella con sus dedos y atisbó la calle desierta mientras hablaba.— Aún no sé hasta donde están metidos, quienes son, o de dónde salieron, pero llegaron aquí hace dos meses, he estado desde entonces intentando infiltrarme, ¿Recuerdas a los mafiosos del puerto comercial de la estación? Los tenían sobornados, y a sus espaldas, sin que ellos supieran, colaron el armamento. Logré llegar hasta allí, pero nunca pude ver nada de explosivos.

—Espera, espera. —Dijo Marilyn, incorporándose y mirando a Gabriel.— Fényx, ¿Tú te infiltraste en Orion Chains?

—Así es. —Respondió Gabriel llanamente, mirando fugazmente a Marilyn y luego volviendo a su tarea de vigilancia de la calle.— Me infiltré, y estuve a punto de entrar en la sección encargada del atentado, pero alguien me descubrió. Aún no lo entiendo, no sé cómo lo hicieron, pero lograron descubrirme, y apenas y pude escaparme. Desde hace una semana, he estado huyendo de ellos, no ha sido fácil, y han estado a punto de atraparme varias veces. Creo que he tenido suerte.

Marilyn le miró, estaba tenso, observo como sus manos se movían inquietas por el cañón del fusil. Ella volvió su mirada al sillón, meditó un rato en lo que le había dicho, luego se sentó de nuevo en la silla. Fenyx abandonó su puesto en la ventana y volvió al sillón, extrajo una pequeña pistola de su cinturón y la destrabó. Marilyn le miró sorprendida, preguntándose por sus intenciones, pero imaginándolas claramente, Fényx le devolvió la mirada desde detrás del cañón de la pistola, fría y calculadora.

—¿Qué crees que estás haciendo? —Le preguntó Marilyn con deliberada calma, pronunciando las palabras muy lentamente.

—No puedo irme contigo. —Respondió Fényx lacónicamente, mientras jugaba con el arma, pasándola de una a otra mano sin apartar su mirada de Marilyn.

—Tengo ordenes de llevarte conmigo a la nave o… —Dijo Marilyn, pero fue interrumpida bruscamente por Fényx.

—O matarme. —Completó este tajantemente, y deteniendo el jugueteo con el arma, lentamente apuntaba a Marilyn con ella mientras hablaba.— No puedo ir. Sé cosas. He visto cosas aquí. Sé demasiado. Tertius es un traidor.

—¿Tertius un traidor? —Saltó Marilyn, hablando en voz baja, casi en un susurro, pero con un tono de perplejidad en sus palabras, como si creyera que Fényx se hubiera vuelto loco de repente.— ¿De qué demonios estás hablando?

—Es un agente doble, Junius. —Respondió Fényx, gesticulando con ademán sus palabras.— Fue Tertius quien me delató, sólo él sabía qué era lo que estaba haciendo, sólo a él le entregué informes detallados de todo lo que averiguaba, pero cuando estaba a punto de conseguir información crítica, ¡Entonces me descubren! ¡Qué oportuno!

—Pudo haber sido simple casualidad, Fényx. —Argumentó Marilyn, intentando entender lo que su compañero le explicaba, era una teoría demasiado paranoica para ser verdad.— Quizás te siguieron, o ya estaban al tanto de nuestra presencia aquí, ¡Y por el amor de dios, deja de apuntarme con esa maldita cosa!

—¡A la mierda con Dios! —Replicó Fényx exasperado con un furioso ademán, recordando todo lo que le había acontecido, las persecuciones, la emboscada en la casa de Gaby, el atentado a las estaciones del ejercito.— Sólo Tertius lo sabía, y además, tu sola presencia aquí confirma que Tertius es un traidor, el no solo te envió a rescatarme, te dijo que me mataras para “preservar la información”, solo uno puede regresar en esas malditas capsulas. Tertius es un agente de Orion Chains, y voy a averiguar quien demonios es en realidad Tertius, voy a saber su identidad secreta. Ya sé cual es tu verdadero nombre Junius, ya lo verás. Lamento todo esto, pero no puedo ir con ustedes. Me quedaré en Andrómeda. Tienes 4 horas para salir de aquí, ve al nivel que te indicaron y busca la capsula, yo intentaré detener esto. Si te preguntan, di que me mataste, lo creerán.

Fenyx se puso de pie y se marchó enseguida, un fuerte portazo le indicó a Marilyn que se encontraba sola en la habitación. Miró hacia el frente, el muy estúpido había dejado el fusil sobre la mesa.

* * *

Era el último lugar al que quería ir, pero allí fue. La casa se hallaba a las afueras de la ciudad, tenía un aspecto realmente antiguo, y definitivamente parecía abandonado, Junior no creía sinceramente que ella pudiera vivir allí, pero los informes no podían fallar, y ella nunca había sido de las que se esconden muy bien a decir verdad.

Era la única construcción en kilómetros, y una larga cerca de metal con pilares de concreto la separaban del camino, el interior estaba lleno de arbustos mustios y pálidos, era verano, y el clima hacía que toda la vegetación presentara un aspecto escuálido y polvoriento. A lo lejos, a unos cuatrocientos metros, en la cima de una poco pronunciada colina, se elevaba la casa, de unos dos pisos, unos corredores a los lados y un techo de tejas con varios agujeros de considerable tamaño. Junior apagó el auto, bajó de él y luego abrió las inmensas verjas de hierro(unas vulgares rejas sin ninguna clase de ornamentación y de aspecto oxidado y viejo). La ascensión hasta el pórtico de la casa no tuvo nada de emocionante, a su lado, a medida que se acercaba, notaba algunos desperdicios de basura de dueños anteriores. Al llegar a la casa ingresó en el sucio corredor, lleno de polvo, pero al menos en mejor estado que como se veía desde lejos, y tocó la puerta.

—¡Yepsy, sal! Sé que estás allí. —Dijo Junior en voz alta. Pero no hubo respuesta, Junior contempló los alrededores, preguntándose si de verdad viviría alguien allí, quizás si estaban equivocados los informes de Prometeo después de todo. Estaba a punto de irse cuando oyó un ruido en el interior, como si algo de cristal se hubiera roto contra el suelo, y mas tarde escuchó los pasos. Llamó de nuevo: — ¿Yepsy?

Por toda respuesta la puerta se abrió ante él y una chica, baja de estatura, de tez morena y cabellos largos, le devolvió la mirada desde unos ojos oscuros con penetrante interés.

—¿Qué haces aquí? —Fue lo único que atinó a decir.

—Me han enviado a buscarte. —Respondió Junior lacónicamente, le miró con detalle, los cabellos largos, las ojeras(debía tener varios días sin dormir), sus manos temblorosas, se preguntó que habría pasado en todo este tiempo.

—Creí que habías muerto… —Dijo ella, su voz carecía de toda emoción, sus ojos estaban vacuos de todo sentimiento.— No te creí capaz de sobrevivir aquella vez.

—Yo también pensé que ustedes habían muerto. —Dijo Junior a su vez.— ¿Qué te pasó?

—Estoy muriendo… sólo eso… —Respondió Yepsy brevemente, sólo entonces notó Junior los vendajes que cubrían su torso y sus muñecas manchadas.— ¿Te quedarás allí afuera? ¿No pasarás?

—Vine a buscarte, ya te lo dije. —Respondió Junior a su vez.— Aunque supongo que debo convencerte de nuevo.

—¿Para qué demonios me quiere Prometeo? —Replicó Yepsy, tosiendo seca y brevemente.

—Necesitamos a una estratega. —Le informó Junior, acercándose a ella. La tomó del brazo y la condujo dentro de la casa, caminaron unos pocos pasos hasta llegar a una sala, dentro estaba mucho más limpio y hacía menos frío, ambos se sentaron en unos muebles, pequeños pero bastante cómodos, que constituían el mobiliario de la salita junto a una pequeña mesa y un par de lámparas.— El Arca del Diablo está lista. Frost será la Jefe de Operadores, Toro el Capitán, esto será distinto que en el Atlas.

—Eres un ingenuo. —Le respondió Yepsy, las manos comenzaban a temblarle de nuevo, así que se las estrechó con sus propios dedos para contenerse.

—¿Un ingenuo? —Replicó Junior, sin entender muy bien, definitivamente algo grave había ocurrido.— No te entiendo, ¿Por qué lo dices?

—El problema no es El Arca del Diablo. —Le respondió Yepsy, sacó unas vendas y comenzó a vendarse las muñecas ella misma, unas manchas negras, como si fueran quemaduras, y un par de cicatrices en las palmas de sus manos, saltaron a la vista de Junior, pero este no dijo nada. Yepsy continuó:— Hay un arma en esa nave, que es la más terrible de todas, Prometeo la llama El Arco del Diablo.

1 comentario:

Frost Ferdinand dijo...

Yeah! Mi jermana rockea xD sabe muchas cosas B-)